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No tens res a la cistella

Alaró, marco geográfico

El entramado geográfico de una región está íntimamente ligado a la historia de sus gentes. En este caso nos ofrece las claves de los acontecimientos sucedidos en la zona: no se podría entender Alaró sin su orografía.

El municipio de Alaró se sitúa en los contrafuertes meridionales de las montañas de la Serra de Tramuntana. Las elevaciones de la Serra, tan aparentemente plácidas, son el resultado del montaje violento de capas, unas sobre otras, por la compresión de millones de toneladas de roca. Los municipios que viven y se aferran al pie de esta cadena montañosa, constituyen la comarca denominada del Raiguer. 

El municipio de Alaró se caracteriza por poseer una silueta definida en parte por la Serra de Tramuntana, pero que a medida que se avanza hacia el sudeste, se suavizan hasta formar un valle montañoso que se funde con el llano. 


Dos son las elevaciones del municipio que lo caracterizan: el Puig d’Alaró (822 m) –también llamado Castell d’Alaró- y el Puig de s’Alcadena (815 m). Su disposición produce lo que parece ser un efecto óptico: un espejo que refleja la imagen de uno frente al otro separados por un corte longitudinal marcado a cuchillo, por el que fluye el torrente de Solleric. Sin duda es una de las imágenes más destacadas de toda la comarca.  
Font de ses Artigues El municipio, de una extensión de 4.570 Ha, limita con los términos de Escorca, Mancor, Lloseta, Binissalem, Consell, Santa Maria y Bunyola. Este multitudinario vecindario, se explica en parte por su forma alargada, que enclava su nacimiento en las montañas y se extiende valle abajo, pero también a causa de las desmembraciones seculares del distrito de Canarossa o Qanarûsha, una demarcación fruto de la repartición inicial del territorio insular tras la conquista de Jaime I. 

Si bien las montañas definen buena parte del municipio, la zona sur del mismo, más llana y cultivable, es donde arraiga el casco urbano de Alaró. Aunque parte del crecimiento urbano de antaño parece agarrarse a la mismísima falda de la agreste orografía.

 
Encinares, pinares y monte bajo siguen constituyendo la parte forestal de la vegetación del término, mientras que en las zonas cultivadas dominan los almendros, algarrobos y olivos.  

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Las brujas de s'Alcadena y el Castell


Estas dos cimas, tan similares entre si y tan inabordables debido a las elevadas paredes rocosas, han despertado siempre la fantasía popular. Una leyenda explica que el caballo del rey Jaime I saltó hasta la puerta del castillo y dejó grabadas sus huellas en las rocas. 
   
También se cuenta que en otros tiempos las brujas paseaban tranquilamente por el mundo y todas las que se encontraban en las proximidades de Alaró se solían reunir las noches de los sábados en lo alto del Puig de s’Alcadena y el Castell d’Alaró. Llevaban consigo hilos con los que tendían un puente entre las dos montañas, descansaban y hacían muchas brujerías que no se podían ni contar, hasta el amanecer, después volvían a las cuevas o a sus escondites como las lechuzas.

Rondallas mallorquinas, recopilación de Jordi d’es Racó (Padre Antoni Maria Alcover). Tomo V 

Dibujo: Miquel Jaume

El agua

Los asentamientos de población están condicionados desde siempre al posible abastecimiento de agua. La hidrografía es fundamental a la hora de explicar la expansión o estancamiento de pueblos y ciudades. Las fuentes de Ses Artigues y de Sa Bastida son conocidas de antiguo y existen numerosos escritos que apuntan su existencia e incluso el caudal de agua que proporcionaban. El uso de sus aguas ha servido para facilitar agua de consumo a la población, a hortelanos para el riego y a los molineros de la acequia como fuente de energía.

Pero los tiempos han cambiado y las aguas de las fuentes del municipio se han canalizado o embotellado para su comercialización y el suministro a la población urbana se realiza mediante la extracción por pozos. En cuanto a la fuente de Ses Artigues, su administración está en manos de la Comunidad de Regantes y si antaño se destinaba a diversos usos, actualmente su caudal se utiliza sobre todo para riego. 

Otras fuentes han envasado sus aguas. El 1964 se llevaron a cabo las instalaciones para comercializar las aguas de la Font de Sa Bastida (335 l/h). Desde 1988 también se embotella y comercializa el agua de son Cocó, la Font Sorda (2100 l/h), en el Clot d’Almadrà. 

El clima

Respecto al clima de Alaró, igual que en el resto de la isla, no es otro que el mediterráneo. Un clima que se caracteriza por lluvias estacionales -cerca del 40% de las precipitaciones se concentran en otoño- e irregulares de año en año. Las precipitaciones se incrementan a medida que se acercan a las elevaciones montañosas, así Alaró registra medias de unos 800 mm anuales en los puntos elevados, mientras que en zonas bajas rondan los 600 mm. Esporádicamente, en inviernos fríos, estas precipitaciones son en forma de nieve. 

Las temperaturas son las propias de un clima templado: inviernos suaves y veranos secos y calurosos. La temperatura media anual se sitúa entorno a los 15ºC, con máximas medias en verano de 30ºC y medias mínimas en invierno en 6ºC. Estas temperaturas tan benignas guardan una estrecha relación con el mar que envuelve la isla. El Mediterráneo procura temperaturas suaves en invierno y la bendición del embat en verano: brisas marinas frescas que se adentran en tierra, por el efecto de contraste entre el calentamiento de la tierra y la menor temperatura del mar. 

Variedad dialectal

La variedad dialectal del catalán de Alaró, juntamente con Binissalem y Lloseta, observa una peculiaridad: convertir la variedad “e” neutra [∂] tónica en “e” abierta [ε]. Particularidad compartida con hablas como el catalán central, el menorquín oriental y el ibicenco.