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No tens res a la cistella

Las raíces de Alaró

Existe una cierta controversia respecto al origen del nombre de Alaró, los diferentes autores no parecen ponerse de acuerdo. Por un lado, la búsqueda etimológica de la palabra, llevó a los lingüistas Antoni Maria Alcover y Francesc de Borja Moll, hasta el topónimo de Ilurone -palabra que creen originaria de Francia-, pero que tras un proceso de latinización evolucionó hacia el término Oloron y finalmente el actual Alaró.

Pero una narración andalusí parece rebatir esta teoría. Entre los textos que relatan la toma árabe de las islas, el geógrafo e historiador Al-zuhrî (s. XII) describe la resistencia de los bizantinos contra los musulmanes en una gran fortaleza en el año 903 y los denomina Hisn al’-rûm o Hisn Alarum: los cristianos viejos del castillo.

Al-Zuhrî (s. XII) relata la caída del Castell d’Alaró

En esta isla hay una gran fortaleza construida en un lugar alto y yermo, sin igual en el mundo habitado; es conocida con el nombre de Hisn Alarum. Cuentan los mallorquines que cuando la isla fue conquistada en la época de Muhammad, los Rum se hicieron fuertes en esta fortaleza a lo largo de ocho años y cinco meses después de la conquista, sin que nadie pudiese hacer nada en su contra; sólo la falta de provisiones los obligó a salir. 

Esta fortificación se levanta sobre la cima de la montaña de piedra dura, donde hay una fuente abundante.

Los primeros habitantes de la villa

Los primeros indicios del arraigo de un asentamiento en el municipio de Alaró se encuentran en las construcciones de la Cultura Talayótica, correspondiente en Mallorca a la Edad del Hierro y que finalizó con esta última etapa de la prehistoria con la conquista romana en 123 aC. 

Estos bastimentos se caracterizan por la técnica constructiva de piedras encajadas unas sobre otras sin ningún tipo de argamasa que las una. Su nombre proviene del término atalaya, pues muchas de ellas se ubicaban en puntos estratégicos de defensa o de avistamiento. A estas edificaciones también se las vincula con usos ceremoniales o residenciales, que como en antiguas construcciones de todo el mundo, la orientación del portal se relaciona con la salida de una estrella o constelación significativa para las gentes de la época. 

En Alaró se han encontrado yacimientos talayóticos, con muy desigual nivel de conservación. Los vestigios se localizan en propiedades privadas, pero han sido declarados Bienes de Interés Cultural (BIC) por lo que pueden visitarse con autorización previa. La declaración legal de BIC es la máxima figura de protección a la que pueden acogerse los bienes culturales. Los yacimientos arqueológicos, que a continuación se citan, fueron declarados BIC en 1966.  

Es Picó y Son Palou
Conjunto de dos talayots, ambos de la Edad del Hierro. El primero se mantiene en buen estado de conservación aunque aparece cubierto de vegetación. Este talayot de planta trapezoidal, de 9 m por 11 m y una altura de 4,5 m, mantiene el portal adintelado orientado al sur, aunque muestra fragmentación y tenga problemas de sustentación. El interior del talayot está cegado pero no parece que sea por derrumbe, sino más bien por una pared construida con este fin. Del segundo, de planta circular, sólo se mantiene en pie la primera hilera de piedras y, para sorpresa de todos, en su interior se ha plantado un poste del tendido eléctrico. 

S'Alcadena o es  Claper des Gegant
Es este un talayot de montaña ovalado, de unos 8 m de diámetro y casi 3 de altura, algo irregular que se localiza aislado en un altiplano de la finca d’Alcadena. Su portal, orientado a sudeste, mira directamente al valle situado a sus pies. Uno de sus lados es casi irreconocible al estar cubierto por un pedregal (llamado popularmente claper) de piedras retiradas del terreno para su cultivo. La cámara se encuentra cegada por el desplome del techo.  El armazón de la construcción lo conforman grandes bloques irregulares, apenas retocados y toscamente encajados entre sí, lo cual parece indicar que fueron extraídos de las proximidades del talayot y que no se trabajaron en exceso.

Bànyols (Puig de s’Apit)
Talayot de planta circular conformado por grandes piedras apenas talladas, encajadas entre sí. Una de estas losas mide 2,5 m de longitud por 1,4 m de altura y por lo menos 1,1 m de ancho. El talayot aparece aislado y en solitario, aunque no es posible determinar si lo estuvo originariamente ya que el terreno se halla muy parcelado y explotado. Situado en la ladera de levante del Puig de s’Apit, mide 11 metros de diámetro y su altura máxima actual es de 3,3 m. No se observa portal y la cámara está tapiada por derrumbe. 

Can Cabrit o s’Era Vella

En esta zona aparecen restos de un poblado talayótico donde las máximas figuran son dos estructuras de planta circular y dos de planta cuadrangular. Muy probablemente si se excavase en la zona aparecerían otras por el estilo. Del conjunto, el mejor conservado es un talayot de planta rectangular que mide 10 m por 11 m. Adosado a los paramentos oriental y meridional se reconocen restos de otras construcciones. En una amplia área a su alrededor asoman otros monumentos en avanzado estado de ruina.  En el Puig de Can Cabrit se han localizado los restos de un segundo poblado talayótico del cual el monumento mejor conservado es un talayot de planta rectangular que mide 10,40 por 11 m de lado, con una altura máxima de 2,2 m. No se distingue portal de entrada a la cámara, inaccesible ahora por la caída de la cubierta. Adosado a su lado occidental se enclava un tercer edificio y en las inmediaciones, otras construcciones prehistóricas en avanzado estado de ruina. Una nueva figura, se aprecia en el extremo meridional del poblado: un talayot de planta circular, de unos 11 m de diámetro. Cabría en lo posible que ambos poblados hubiesen constituido uno solo en su momento.


Bárbaros y bizantinos

La ocupación de Mallorca, e invariablemente de Alaró, ha sido constante. Alaró constituía una excepcional posición defensiva –proporcionada por las elevaciones de la Serra de Tramuntana- que ha salvaguardado a los pueblos que se han ido sucediendo en el tiempo. 

Así lo atestiguan los yacimientos de las peñas acantiladas de Sa Bastida y el Castell d’Alaró, que nos reportan ecos de antiguos usos de mediados del siglo IV y V. Se trata de vestigios defensivos tardo-romanos de la época. 

De los siglos posteriores a la caída del imperio romano no han pervivido elementos que referencien la invasión y posterior asentamiento vándalo del reino africano de Genserico (siglo V).  Los restos que alberga el Castell d’Alaró son silenciosos testimonios de lo que acontece en el siglo s. VII en Mallorca. 

A fines del siglo VII los árabes se hacen con el norte de África, y en el 707 se tiene constancia del primer desembarco, pero no es hasta el año 902-903 que sobreviene la conquista musulmana en Mallorca, aunque ya pertenecía a la órbita del imperio bizantino y se pagaban tributos a Córdoba. De este hecho se hizo eco el geógrafo Al-Zuhri cuando relató el asedio de ocho años que llevaron a cabo los árabes en esta fortificación.

Uno de los elementos más significativos que se conserva de la época árabe en Alaró es el qanat o Font de Ses Artigues, su pozo original y parte del trazado de la acequia. 

Conquista y Repoblament

La conquista de Mallorca por parte de las tropas de Jaime I el Conquistador fue esgrimida como una cruzada contra los infieles, aunque la motivación principal como en cualquier asalto e invasión fue fundamentalmente económica. Por una parte, la invasión, siempre que fuese un éxito, se traducía en un incremento en las riquezas y tierras del rey, de los nobles participantes y por supuesto, prestigio y poder para los conquistadores. 

Asimismo, con la conquista de las islas por parte de los musulmanes, las aguas y costas del mediterráneo occidental se habían vuelto inseguras y los navíos cristianos se veían sometidos a constantes ataques de los piratas. Así que finalmente, los mercaderes también se beneficiaban de la campaña, puesto que se establecerían lonjas seguras en la zona.

Aunque la conquista la sustentaron los principales prelados y magnates de Cataluña, otras poblaciones de Provenza (Francia) o Liguria (Italia) también participaron, así como las ciudades de Tortosa, Tarragona y Barcelona, que al fin y al cabo eran las que se veían más afectadas por el pillaje de los piratas. 

El 5 de septiembre de 1229 parte de Cataluña rumbo a Mallorca una imponente flota de más de 155 navíos, ochocientos caballeros y miles de soldados, organizada y capitaneada por Jaime I. 

El 31 de diciembre de 1229 cae la capital Medina Mayurqa y con ella gran parte de la resistencia de la isla. 

El rey Jaime I no intenta tomar el Castell d’Alaró hasta su segunda expedición, ya en el 1231, dadas las dificultades que plantea el ataque al castillo roquero, si bien en las zonas montañosas ya se había iniciado una guerra de guerrillas que se alargó hasta el 1232. Una vez vencidas las fortificaciones de las alturas de Alaró, Felanitx y Pollença, se puede hablar de la conquista en su totalidad de Mallorca. 

La leyenda se forjaba, el Castell d’Alaró durante muchos siglos se consideró de vital importancia: su imbatibilidad proverbial aseguraba a aquel que lo tuviese en su poder la resistencia final en caso de un nuevo ataque contra Mallorca.  

Jaime I selló el destino de Mallorca con unos hechos que determinarían su historia: la fundación de un Reino con instituciones propias, el Repartiment (la partición entre los magnates, pactada antes del ataque y proporcional a sus aportaciones militares y financieras a la campaña), el Repoblament (la creación de asentamientos de nuevos pobladores en territorios ganados a musulmanes) y la cristianización de la población.

Tras el reparto las tierras de Alaró pasan a formar parte del distrito de Canarossa cuyo señor fue el Vizconde de Bearn.

A la muerte de Jaime I, su testamento fijaba el reparto de tierras entre sus hijos: el Reino de Mallorca pasó a manos de Jaime II. En el año 1285 Alfonso III de Aragón, sobrino del magnate, quiso hacerse con la isla e inició el ataque dirigiendo las tropas de su padre. Cuando prácticamente había logrado su propósito tras recibir el juramento de lealtad de buena parte de sus pobladores, se dirigió hacia el Castell d’Alaró. En este punto se dan cita la historia y la leyenda, pues los siglos han querido que del relato ya no se sepa si sus pormenores pertenecen a la realidad o a la ficción. 

Alfonso de Aragón a su llegada a la atalaya, se topó con la resistencia de los alaroners Guillem Cabrit y Guillem Bassa que se apostaron en el castillo en nombre del rey de Mallorca y se negaron a ceder ante la autoridad del nuevo monarca. La fortificación acabó siendo sometida y Cabrit i Bassa fueron capturados y asados sobre brasas en la plaza de Los Damunt. 

La leyenda de Cabrit y Bassa

De las costas catalanas zarpan en 1285 las huestes de Pedro el Grande, capitaneadas por su hijo Alfonso III el Franco. A la llegada a Mallorca, tras conocer la muerte de su padre, el joven rey se lanza a la conquista.

Los almogávares de Alfonso se apoderaron de la ciudad de Mallorca el 19 de noviembre de 1285, rindiéndose a continuación toda la isla menos el Castell d’Alaró:  En el reino de Mallorca, del que se había apoderado el rey Alfonso, un solo castillo que se llama de Alaró, no se había rendido. 


Avisado el joven rey, marchó allí y ordenó a sus defensores que se rindiesen. Uno de ellos dijo: ¿quién es éste que nos dice que le entreguemos el castillo? El rey contestó: yo soy Alfonso, rey de Aragón y de Mallorca, a lo que el soldado contestó burlonamente:  Nosotros no conocemos más Rey que Jaime a quien juramos y guardamos fidelidad y el anfós nos lo comemos en salsa (pues Alfonso -en catalán Alfons-, suena a muy parecido a anfós denominación en catalán del mero). Dijo el rey: ¿Como se llama éste que habla? Contestó el soldado: Yo me llamo Cabrit y mi compañero Bassa. Dijo el rey: te juro, puesto que te llamas cabrito, que como un cabrito te haré asar al fuego.

Y así lo hizo, una vez que cayó la fortaleza, los dos fueron quemados sobre las brasas en una parrilla.

El Papa Honorio IV amenazó con la excomunión al rey de Aragón por su crueldad y para atender su súplica de redención obliga a devolver el Reino de Mallorca a su tío, original dueño. El reino retornó finalmente a Jaime II de manos del hijo de Alfonso de Aragón años más tarde. De los dos héroes no se conoce al detalle su historia pero sí que no se trataba de simples soldados a las órdenes del alcaide del castillo, sino partidarios influyentes de Jaime II de Mallorca. En la Catedral de Palma se construyó un retablo en honor de la Santísima Virgen María y de Todos los Santos, entre lo cuales se contaban Cabrit y Bassa como santos mártires. El domingo que sigue a Todos los Santos, se conmemoraban los hechos con una misa en la Seu. En la capilla de Nuestra Señora de la Piedad, se conservan las reliquias de los mártires, menos dos de sus costillas que fueron trasladadas al Oratorio de la Virgen del Refugio en el Castell d’Alaró donde pueden contemplarse en una hornacina.


El pueblo mallorquín los veneró como prototipos del honor al mantenerse fieles al juramento prestado y también en un sentido religioso, como santos, hasta bien entrado el siglo XVII.  


 
 

Edad Media y siglos oscuros en Alaró

Los años que siguieron a la conquista de la isla, se centraron en el desarrollo de la actividad principal del municipio: la agricultura. La diversificación del sector primario mantuvo la actividad económica de los alaroners durante siglos. Entre muchos de los oficios de la época se encontraban los traginers (que transportaban y vendían el aceite que se generaba en las posesiones o predios), los carboners (aquellos que generaban carbón a partir de la madera de encinas), calciners (los encargados de los hornos de cal) o margers (oficio destacado en zonas montañosas donde estos maestros de obra aplicaban la técnica de piedra en seco). Una manufactura destacada en Alaró fue la elaboración de seda y para ello se tuvieron que plantar moreras, sustento de los gusanos que generaban la materia prima. 

 
La primigenia iglesia del pueblo estaba situada en el barrio de Los Damunt, probablemente cerca del lugar que ocupa en la actualidad las casas de Sa Bastida. La construcción, a mediados del XIV de una nueva parroquia fue la semilla del moderno núcleo de Alaró: es la barriada de Los Davall que se iba desarrollando siguiendo el curso de la acequia de la fuente de Ses Artigues. Esta barriada nació y continua separada del barrio de Los Damunt por el torrente de Na Marranxa. Los Davall se convirtió en el espacio más dinámico de Alaró, que centralizó la progresión urbana y económica de los siglos posteriores. 

En estos años, la excelente producción de aceite fue una poderosa moneda de intercambio con el resto de la isla, sobre todo con Palma.  Las tafones o almazaras han sido una industria agrícola muy significativa en la tradición alaronense: en 1871 el archiduque Luis Salvador señaló a Alaró como el tercer municipio en producción de este preciado líquido, tras Sóller y Lloseta. 

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San Roque


              

El XVII fue un siglo de penurias en toda Mallorca, afectada de forma notable por la peste. Esta epidemia en 1652 afectó a toda Mallorca pero se ensaño cruelmente en Alaró, cobrándose 360 muertes. Esta tragedia despertó gran devoción a San Roque, abogado contra la peste, al que se dedicaron numerosas plegarias y se atribuye el fin de la enfermedad. Proclamado en 1771 patrón del pueblo, cada año se celebra su festividad el 16 de agosto. 

Durante estos siglos fue decayendo la importancia del Castell como fortificación defensiva y, poco a poco, haciéndose cada vez más intenso su uso piadoso, fue transformando el lugar en un santuario. El descenso de su importancia estratégica y el mantenimiento militar llegó a desaparecer por completo en estos siglos. De este espacio también se hizo uso eremítico a mediados del siglo XVII. Joan Mir Vallès, oriundo de Alaró, se instaló durante años en el Castell, dedicado a la meditación y a la conservación y protección de la pequeña capilla como parte de su retiro espiritual y entrega cristiana, pero viendo que su uso y popularidad religiosa crecía, prefirió retirarse a Valldemosa.  

De esta época (s. XVII) data la edificación del Oratorio de la Virgen del Refugio y de un Vía Crucis que acompañaba a los fieles en sus peregrinaciones y subidas a la fortificación. 

Alaró pueblo de pioneros: modernidad e innovación


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A finales del XIX, el municipio inició un proceso de industrialización y de innovación imparable. Los alaroners fueron pioneros del progreso manufacturero y si a ello se le añade un espíritu emprendedor, esto les ha llevado a ser el primer pueblo de Mallorca con luz eléctrica, al montaje de la primera sala de cinematografía en la isla o, más recientemente, el precursor de las televisiones locales.

Una industria en el municipio despuntó rápidamente: el calzado, que empieza a reemplazar a la agricultura como principal quehacer de la población. A esta circunstancia se une la recesión del comercio del aceite en el XIX, que se tradujo en la reducción de la actividad de los olivares y del uso de las tafones o almazaras. Al próspero desarrollo de la fabricación de zapatos, se suman las minas de lignito como motor de la economía del pueblo. El 1881 se inauguró la línea ferroviaria entre Alaró y Consell. 
  
Aunque el importante resurgimiento económico de estos años marca la evolución de Alaró, hay un hecho que cambió drásticamente la morfología y la historia del municipio: Consell, hasta entonces núcleo dependiente de Alaró, se segrega en 1925.  

Electricidad

Alaró puso en funcionamiento en 1901 la primera central eléctrica de Mallorca, incluso antes que Palma. La inauguración de la fábrica de electricidad, conllevó un notable proceso de crecimiento y modernización, que se reflejó positivamente en los ámbitos económico y social. 

La Compañía de Electricidad de Alaró fue promovida por los hermanos Gaspar y Josep Perelló Pol. En un viaje de Gaspar Perelló a Barcelona, visitó una central eléctrica, en la que le facilitaron los planos de la maquinaria. Una vez de vuelta en Alaró, los dos hermanos instalaron una fábrica de características similares. El ingenio funcionaba como una central térmica movida por una máquina de vapor de 100 caballos que producía la electricidad. Inaugurada el 15 de agosto de 1901, se convirtió en un gran acto social que reunió numerosos visitantes, tanto de otros pueblos de la isla como de Ciutat –como se conoce a la capital de la isla-, desde donde se dispusieron trenes especiales. 


Las crónicas de la época lo narraban así: No faltaron gaitas y tamboriles. Los Cossiers danzaron en el ofertorio en la iglesia y en la sala de máquinas. Por la noche cuando se dio luz a todo el pueblo se pudieron oír los aplausos de la multitud que llenaba las calles.


En el año 1917 los hermanos Perelló vendieron las instalaciones con su red de distribución a Consell, Binissalem y Lloseta a la compañía Mallorquina de Electricidad. 


De la antigua central sólo se conserva los restos de la chimenea, rehabilitada en 2001 con motivo del aniversario de los 100 años de su inauguración. 

 
 

Cine

Pero los hermanos Perelló, no contentos con la inauguración de la fábrica de electricidad, se propusieron también llevar el cine hasta Alaró. Y así fue, pusieron en marcha la primera sala de cinematografía de Mallorca en el 1903. Durante un tiempo se reunió en Alaró público venido de toda la isla para disfrutar de la programación, ya que hasta años después no se inauguraron salas similares en Palma y otros municipios. 

Calzado


A finales del XIX la manufactura del calzado inicia su andadura en Alaró, una industria que ha perdurado hasta estos días. Jaume Pizà Jaumico, en 1870 abrió el primer taller de zapatos y de manera progresiva, se fueron estableciendo las nuevas fábricas: Can Pau Coll, Can Joan Vidal o Can Pericàs. Las primeras exportaciones se envían a América y durante la Primera Guerra Mundial los encargos se especializaron en el abastecimiento de botas para el ejército francés. En 1955 se contabilizaban 50 talleres de zapatos en todo el municipio. 

Íntimamente ligada a la fabricación de zapatos, se desarrollaron otras producciones destinadas a su comercialización. Entre ellas, dos fábricas de cartón que, si bien inicialmente se crearon para el envío de los zapatos de Alaró, acabaron abasteciendo a media isla. E incluso algunos carpinteros se especializaron en la fabricación de cajas de madera, también para el transporte de calzado.

Minas de carbón


Uno de los principales actores en la bonanza económica alaronense fue el carbón mineral. En el primer tercio del siglo XIX se inició la explotación de las minas. El Archiduque Luis Salvador describe entonces dos: La Fortuna y la Dolores. A mediados del XX ya se conocen seis en funcionamiento. En los 70 las adquiere el Instituto Nacional de Industria. Tras la compra por parte de GESA, su aprovechamiento se dedicó en exclusiva al consumo de las centrales térmicas. En 1988 el número de yacimientos en funcionamiento había descendió considerablemente, hasta que un año más tarde dejaron de extraer el lignito por falta de rentabilidad. 

Tranvía

Pocos vestigios quedan hoy en día de la malograda compañía del ferrocarril alaronense tras el paso implacable del tiempo. La ampliación y nuevo trazado de la carretera de Consell-Alaró, hace muy difícil apreciar el antiguo trazado de la línea ferroviaria.

El trazado de la línea de Palma a Inca en 1875, fue el punto de partida en la idea de tener un ferrocarril propio, que no dejara aislado al pueblo del progreso industrial y diera salida al intercambio comercial. La iniciativa se materializó en 22 de mayo 1881 con la inauguración de la línea ferroviaria de 3,4 Km desde Alaró que conectaba con la línea principal que unía Palma con Inca. 

La falta de presupuesto hizo que la línea se inaugurase con tracción animal –las mulas empujaban la carga de Consell a Alaró y el trayecto de vuelta se realizaba simplemente por gravedad-, pasando luego a ser tranvía impulsado a motor. El tren dejó de funcionar debido a la competencia que supuso a partir de los años treinta el transporte por carretera. 

República, Guerra Civil y los años de postguerra

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El fenómeno de la globalización -o sus consecuencias- no es exclusivo de los actuales años: el final de la I Guerra Mundial hizo descender de forma drástica los encargos que llegaban a Alaró de botas militares, de lo que la industria del calzado local se resintió y obligó a algunos artesanos a emigrar a Francia y Argentina.

Los años anteriores a la declaración de la II República en el 1931, fueron cruciales en los incipientes movimientos sociales y el asociacionismo obrero, germen e impulsor de los acontecimientos que se sucedieron. En los años de la República, en Alaró se trabajó intensamente en la educación y ello se tradujo en servicios culturales como la inauguración de la biblioteca, educación para adultos y la acción estrella: la construcción de la nueva escuela, que aún permanece en uso.  

Los levantamientos de octubre de 1934 no se hacen presentes en Alaró, pero se producen detenciones y se destituye el consistorio de izquierdas. El golpe de Estado posterior a las elecciones de 1936 dio paso a los años más negros de la historia reciente española. Para Alaró, al igual que en el resto de España, la Guerra Civil supuso uno de los acontecimientos más tristes en la historia del pueblo.

Alaró actual

Después de los años de la postguerra Alaró recupera su fuerte actividad industrial y minera y a partir de los sesenta deja de ser un foco de emigración para pasar a serlo de inmigración.

En los años 80 la excesiva dependencia en la exportación a Estados Unidos y la pérdida de competividad en este mercado, provocaron el inicio de una crisis en el sector del calzado que ha acabado con la práctica desaparición de las fábricas. En la actualidad únicamente perviven algunas empresas vinculadas a la industria del calzado, como la empresa Tony Mora  o la sede corporativa de la conocidísima marca Camper, máximo exponente del calzado español a nivel internacional.  

Alaró ha dejado de ser un pueblo con un marcado tejido industrial -como la mayoría de los municipios de Mallorca que en su momento lo fueron- y se ha convertido en un tranquilo pueblo residencial pero con una moderada actividad comercial y turística gracias a su privilegiada situación geográfica y una animada vida social.